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martes, 27 de diciembre de 2011

Un centro de mantenimiento de aviones obtiene el sello verde de Green Building Council España



El proyecto de desarrollo de la primera fase del centro de mantenimiento de aviones de la compañía Cessna Aircraft Company Inc, en el aeropuerto valenciano de Manises, ha recibido tres de las cinco hojas de su certificación con la herramienta verde otorgada por Green Building Council España (GBCe) y obtiene una puntuación relativa de 2,58 sobre un máximo de cinco puntos.


Del total del proyecto, se ha evaluado la parte de la edificación, que comprende las oficinas y talleres, desarrollada en la primera fase y a la cual corresponde una superficie total, incluyendo la plataforma, de 38.435 m2. Aunque en la actualidad hay nueve edificios sometiéndose a este mismo proceso de certificación con la herramienta de GBCe, este proyecto ha sido el primero en obtener el sello oficial verde.



A diferencia de otras herramientas de certificación de edificios, este reconocimiento no solo emite una calificación global expresada en número de hojas, sino que también cuantifica los impactos medioambientales evitados. Así, por ejemplo, el centro de mantenimiento ha conseguido reducir un 18,4% las emisiones de gases de efecto invernadero, un 57% los posibles cambios en la biodiversidad, un 22,5% la generación de residuos no peligrosos y ha aumentado la salud y el bienestar de los usuarios en un 40%.



Proteger el medioambiente

Entre las medidas adoptadas para reducir los impactos en la parcela se han tenido en cuenta consideraciones medioambientales, como la creación de zonas de sombra, la protección de las instalaciones de los vientos dominantes y el respeto y protección del entorno existente. En este sentido, la vegetación incorpora especies autóctonas favorables al clima de la región. Se han adaptado zonas de plantas tapizantes de gran resistencia que demandan muy poca cantidad de agua y se han elegido materiales que evitan el efecto isla de calor.



Desde el punto de vista de la energía y la atmósfera se ha optado por los materiales sostenibles y se han tenido en cuenta aspectos como la composición de sus sistemas de montaje en seco y desmontaje con posibilidades de reciclaje o reutilización al finalizar la vida útil del edificio. También se ha realizado un plan exhaustivo en el tratamiento de los residuos de construcción y se ha utilizado el calor residual de los equipos de climatización para la producción de agua caliente sanitaria (ACS) con la consiguiente optimización del consumo energético.



Menos consumo energético

En cuanto a la calidad y ambiente interior del edificio se ha buscado en todo momento una baja toxicidad de los materiales y el control de la calidad de luz, tanto natural como artificial, intentando mejorar el confort de los usuarios y reducir el consumo energético. El edificio cuenta también con un sistema de control independiente de la iluminación artificial, que ha sido posible debido a que la distribución interior y la geometría del edificio de oficinas favorecen el control de la iluminación por zonas.


 


La certificación GBCe verde reconoce la reducción del impacto medioambiental del edificio que se evalúa comparado con un edificio de referencia y cuenta con seis niveles diferentes de calificación. asimismo, el edificio de referencia es siempre estándar y ha sido realizado cumpliendo las exigencias mínimas fijadas por las normas y por la práctica común.

Dpto. comunicación Pablo Salcedo
Info Energías renovables

miércoles, 21 de diciembre de 2011

Capadocia, CIUDAD SUBTERRANÉA

¿Qué harías si al derribar uno de los muros de tu vivienda descubrieras una misteriosa habitación? ¿Y si esta habitación te llevara a otra, luego a otra, luego a otra y así sucesivamente?




Quizás experimentarías algo parecido a lo que en 1963 sintió un habitante de Derinkuyu (en la región de Capadocia, Anatolia central, Turquía). Y es que, casualmente encontró una antiquísima ciudad subterránea cuyo primer nivel pudo ser excavado por los hititas alrededor del año 1400 a.C. Tras el descubrimiento, los arqueólogos comenzaron a estudiarla y aunque lograron llegar a los cuarenta metros de profundidad, se cree que podría extenderse a los 85 metros. En la actualidad sólo pueden visitarse los ocho niveles superiores. El resto está parcialmente obstruido o reservado a los arqueólogos y antropólogos que estudian la hoy conocia como ciudad subterránea de Capadocia.




Como tantas otras veces, las antiguas leyendas y referencias históricas que hacían mención a un mundo subterráneo localizado en Capadocia no habían sido jamás tomadas en serio, y sólo eran producto de charlatanes o fantasías de gentes demasiado ociosas, pero lo cierto es que ya el escritor griego Jenofonte (430 – 355 a. C.) hacía referencia a ellas en su obra Anábasis. En ella explicaba que las personas que vivían en Anatolia habían excavado sus casas bajo tierra y vivían en alojamientos lo suficientemente grandes como para una familia, sus animales domésticos y los suministros de alimentos que almacenaban.






Hoy día, se sabe con certeza que la ciudad fue construida y utilizada como refugio por miles de personas. Estas vivían en el subsuelo para protegerse de las invasiones que constantemente sufria Capadocia, como la de los primeros cristianos.




El interior es asombroso: las galerías subterráneas de Derinkuyu (en las que hay espacio para, al menos, 10.000 personas) podían bloquearse en tres puntos estratégicos desplazando puertas circulares de piedra. Estas pesadas rocas que cerraban el pasillo impedían la entrada de los enemigos. Tenían de 1 a 1,5 metros de altura, unos 50 centímetros de ancho y un peso de hasta 500 Kilos.




En los niveles recuperados se han localizado establos, comedores, cocinas (todavía ennegrecidas por el hollín de las hogueras que se encendían para cocinar), bares, prensas para el vino y para el aceite, bodegas, tiendas de alimentación, una escuela, numerosas habitaciones e, incluso, una iglesia (de planta cruciforme de 20 por 9 metros, con un techo de más de tres metros de altura.




La ciudad se beneficiaba de la existencia de un río subterráneo; tenía pozos de agua y un magnífico sistema de ventilación (se han descubierto 52 pozos de ventilación) que asombra a los ingenieros de la actualidad. De este modo, los enemigos, conscientes del peligro que encerraba introducirse en el interior de la ciudad subterránea (que escondía múltiples trampas mortales y resultaba ser un auténtico laberinto), intentaban que la población saliera a la superficie envenenando los pozos.



Aquí os dejo imágenes de la ciudad en la superficie:




Sorprendente, ¿o no?
 
Info: Centaurea
Dpto. comunicación Pablo Salcedo